¡Yeehah! Esto es como una película. Como decía Nino Bravo, cuando Dios hizo el Edén pensó en América. Y cuando los cineastas de Hollywood inventaron las persecuciones de coches, los americanos las imitaron a pies juntillas. Hoy nos ha pasado rozando por la Sam Houston Parkway un Hammer a todo filispí (a toda hostia, para los no gallegos) y detrás iba un coche de la poli con toda la parafernalia de luces y sirenas. Un poco más adelante se pararon y sólo pudimos ver cómo se bajaba del coche de la pasma una policía que apuntaba con su pistolón a tres tipos enormes con los brazos en alto. En ese momento nos desviamos hacia la tienda de licores… Por si fuera poco (cuánto lamento que no haya más tiempo para contarlo) hemos visto lo que parece un chiste. Era una manifestación de los trabajadores de la NASA despedidos vestidos de astronautas y con pancartas como de Expediente X en las que ponía "La verdad está ahí fuera". Sólo faltaba una que dijera "Von Braun, cabrón, trabaja de peón". Están locos estos romanos.
Er... ¿Cómo decirlo? En tres palabras: ¡finito! “Country & Western” está visto para sentencia. Hoy hemos terminado un instrumental que se titula La Balada del Látigo y capta ferpectamente el ambiente de terror que se vivía en el barrio de El Calvario de Vigo bajo la amenaza constante de la Banda del Látigo, un macarra de mucho cuidao. Ennio Morricone no lo podría haber hecho mejor... Hemos grabado también los saxos de La Paz Mundial y a Hardy casi le da un ataque. Son absolutamente demenciales pero quedan de muerte mortal. Por si fuera poco, hemos repasado las canciones que traíamos grabadas de Casa de Tolos, el estudio de Segundo Grandío, y hemos escuchado todo el puto disco con Hardy. No falta ni una pandereta.
Tercer día de grabación en Houston y esto no tiene trazas de frenarse. Si el primer día grabamos todos los bajos y baterías y el segundo acabamos cuatro canciones, hoy hemos liquidado cinco. Gary Moon, el ayudante de Hardy, está definitivamente enfermo y no va a poder venir en lo que queda de curro. Esto nos deja solos a Joe Hardy, al grupo, a Blanco y a Mikel con su cámara haciendo de todo y todos a la vez. Promete paga extra a los que coloquen micrófonos y él no tenga que pasearse treinta veces por canción de un lado al otro del estudio. En realidad, la velocidad a la que vamos no es cuestión de dejadez, sino del trabajo que hicimos en Vigo (es lo que tiene lo de ensayar un poco) y el hecho de conocernos desde hace tantos años.
Hola de nuevo, compatriotas. Aquí nos tenéis, fieles a nuestro compromiso de escribir todos los días contando lo que pasa por Houston. Y hoy han pasado un montón de cosas. Resulta que el equipo de Nueva Orleáns ganó la Super Bowl de los cojones por primera vez en su historia. Imposible no enterarse: ninguna cadena de noticias hablaba de otra cosa. Si los iraníes hubiesen tirado una bomba atómica sobre Israel, aquí ni siquiera se hubiesen enterado. La primera vez que grabamos con Hardy en Memphis (¡en 1993!) nos fuimos hasta la vieja Nueva Orleáns (como decían Labelle) de antes del Katrina y tenía gracia ver la Bourbon Street que conocimos llena de gente celebrando la victoria. Dentro de unos días empieza el Mardi Gras, que también se celebra por Texas, así que tienen borrachera asegurada y juergaza “non stop” para rato.
La diferencia horaria de 7 horas con Galicia ha hecho estragos relativos en la tripulación. Salimos de París a las 11.30 y llegamos a Houston a las 14.30 después de diez horas de vuelo. La apocalíptica oferta de registros, cacheos y escáners que nos hacen desde los telediarios cada dos por tres desde el atentado fallido de estas Navidades, resultó ser un bluff, al menos en este caso. Eso sí: tardamos un montón en que nos diesen un coche de alquiler y nos perdimos por Houston buscando el hotel. Joe Hardy nos vino a buscar y nos llevó a un restaurante mexicano a cenar después de una primera visita al estudio. Fue el segundo intento porque el plan A (un restaurante más finolis) falló porque era víspera de la Super Bowl, el mayor acontecimiento deportivo yanqui, y aquello estaba lleno hasta la bandera. Hay que decir que, en el plan B, estaba todo buenísimo y que era curioso volver a escuchar ese acento tan sexy en pleno Texas. Resumiendo: nos tiramos veinticuatro horas sin dormir así que caímos como piedras nada más llegar al hotel.