Se acabaron las contemplaciones, la vida contemplativa y la observación casera de las fases de la Luna. El nuevo álbum de
Siniestro Total, Country & Western, sale el 14 de septiembre (de este año del Señor de 2010, malpensad@s) al espacio sideral para emprender un viaje interestelar que nos llevará a las cuatro esquinitas del cosmos. Con todo el material metido en máquinas que echan humo suficiente como para derretir el hielo de vuestros gin tonics, el álbum que cambiará el curso de la Historia de Occidente está a punto de ver la luz.
“Criminal atentado contra el rock gallego en Houston”. Con este titular en la estupenda portada del álbum Country & Western se abre la crónica de “un día en la vida” del mundo que Siniestro Total realiza en su nuevo disco, en el que vuelve a hacer gala de ironía corrosiva, buenas y nuevas canciones y dominio de las diferentes raíces de la música americana, que recorren el trabajo de principio a fin. Quede claro que Country & Western, que se publica el 14 de septiembre de 2010, no es un disco de country, ni de neo folk acústico, ni de versiones, ni cantado en inglés, ni… Es un disco de Siniestro Total en estado puro, con 15 canciones firmadas por Julián Hernández, Óscar Avendaño y Javier Soto y en el que se mascan músicas que los gallegos llevan mamando desde hace 30 años: rock, blues, swamp, soul, algunas pinceladas de country… Entonces, ¿y el título del álbum?
(Sigue leyendo la hoja de promoción de Sony Music)
En el
CVC firma Alba Bergua un articulo sobre los textos en las canciones de Siniestro Total:
En el capítulo 12 del Ulises, Leopold Bloom aburre a los parroquianos de una taberna con la explicación científica de ciertos fenómenos espontáneos que se producen en el organismo de los ejecutados por ahorcamiento. La cosa (el fenómeno, quiero decir) no tiene mucho misterio: la conoce todo el mundo, así que no seguiré por ahí; sólo tengo que añadir que, cuando leí esa página de Joyce, pensé de inmediato en la canción de Siniestro Total donde yo había oído la historia (la del fenómeno, digo) por primera vez. Y entonces, de repente, pensé: «Qué de cosas tienen en común este irlandés y estos gallegos, fábulas y bardos aparte».
Alguno de vosotros, desocupados lectores, comentábais la posibilidad de seguir adelante con el Cuaderno de Bitácora que, en la medida de lo posible, fuimos colgando en esta página —que es la vuestra— durante la grabación en Houston de este disco —que es el vuestro— con Joe Hardy en el estudio The Foam Box de Billy Gibbons. La sugerencia no cayó en saco roto pero no podíamos seguir con un diario de a bordo como ese, sino con unos comentarios que diesen fe del proceso que van siguiendo las canciones, las mezclas, la portada y demás mandangas. Intentaremos no dar el coñazo con detalles técnicos o acontecimientos tan graves como la rotura de cuerdas, baquetas o cañas de saxo en el local durante los ensayos. A cambio de eso, os pedimos comprensión por la no periodicidad de estas notas, algo que recoge el espíritu de La Circular Esporádica, un boletín impreso que enviábamos a los interesados allá por los principios de los noventa del siglo pasado, mucho antes de que Internet tuviera la implantación y velocidad que tiene ahora. Pues eso: ¡on with the show!
Estamos de vuelta. La diferencia horaria marca la diferencia y no hemos podido enviar esta última anotación de la tripulación de la nave Oklahoma hasta hoy. El viaje de regreso hubiera sido casi perfecto si no fuese por que hemos tardado alrededor de 15 horas en vislumbrar Galicia a través de la ventanilla del avión. Un aviso para navegantes: es mentira eso de que hay que estar quinientas horas antes en los aeropuertos americanos para que te revisen hasta la cartilla escolar. Bueno, dependerá de los días, pero nosotros salimos del Palacín (el Palace Inn) en la nave nodriza Oklahoma y una nave auxiliar (ellos las llaman Yellow Cab o algo así) porque no cabíamos nosotros y nuestro equipaje en una sola. Al devolver a Oklahoma, nuestra nave de alquiler, hasta se echaron a reír. Los currantes de la empresa le hicieron unas fotos para enseñárselas a futuros clientes como ejemplo de cómo no se tiene que devolver un coche. ¡Jo! Nosotros qué sabíamos...