Acontecimientos surrealistas aparte, hoy ha sido un día raro. Llueve desde primera hora de la mañana y hace un frío de cojones. ¿Pero esto no está en el Caribe? No digo que vaya todo el mundo por la calle con maracas y guayaberas, pero no estaría de más un poco de seriedad climatológica. Hemos aprovechado para hacer fotos en sitios tan típicos como el motel, la tienda de abastecimiento general (salvo alcohol, que esa está en otro lado) y en el estudio de Gibbons. Habíamos quedado con Hardy a las dos de la tarde precisamente para hacer alguna foto de familia con los instrumentos que hemos utilizado y el muy cabrón ha llegado con la primera canción mezclada: The Very First One In The Drinking Line. Por aclamación general (a mí ni se me había pasado por la cabeza) va a ser la primera del disco. No sé cómo describirla. Es tal que Johnny Cash cantando desde el psiquiátrico un himno gospel psycho-country con saxo demencial. Que Dios nos perdone y que a vosotros/as os coja confesados/as. Sé que es la disculpa más tonta que hay con respecto a un disco, pero suena increíblemente bien. Para la fiesta de despedida del martes, seguro que Hardy tiene unas cuantas más. Y hemos empezado a hacer un orden de todo este sarao. Definitivamente, el formato en el que nos basamos es el vinilo (última de la cara A, primera de la cara B y esas cosas). Ya que la primera es en inglés, la última va en gallego. Se trata de Quen Me Dera Na Casiña, canción que estrenamos en TVG el verano pasado en el programa de celebración del Día da Patria o del Apóstol, si ustedes lo prefieren. El estribillo va en inglés ("wish I were at home by your side") por aquello de que la Xunta de Galicia pretende que los niños gallegos aprendan por igual en castellano, gallego e inglés. Que no se diga que no hacemos patria, vaya.
Por cierto, hoy Billy Gibbons ha telefoneado a Hardy para preguntarle si todo estaba bien, si estábamos contentos y esas cosas. Básicamente, yo creo que lo que quería saber es si habíamos roto algo (ya dijimos que hay incunables y tesoros impagables por ahí) y si Hardy no se arrepentía de habernos traído a Houston. Como hemos terminado antes de lo previsto y no hemos tirado ni una maldita cerveza al suelo, hemos quedado como duques. ¡Loado sea el Señor y God Bless America! Ahora estamos sueltos por la ciudad. Houston tiene un problema.
PS: Terminando estas líneas escucho un estruendo de sirenas que suenan desde fuera del Palacín a toda hostia. Mejor no me asomo no sea que comience la balasera… ¡Argh! Mikel Clemente acaba de entrar en mi habitación con un sombrero tejano...
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